Es el dinero, ¿verdad? Lo que hace que el mundo sea real, pregunta Connell. Sí, responde Marianne. Los dos protagonistas del último triunfo de la plataforma Starzplay en colaboración con Hulu, Normal People, disfrutan de un helado en una pequeña plaza de Italia mientras se toman un descanso, físico y mental, de su vida en Irlanda.
Aparentemente, esta serie no narra nada que no hayamos visto en cientos de relatos anteriores sobre el amor adolescente: él, Connell Waldron (Paul Mescal) es brillante en los estudios, querido en el instituto y de procedencia humilde; ella, Marianne Sheridan (Daisy Edgar-Jones) es igualmente brillante, absolutamente despreciada por sus compañeros e hija de la familia más rica de Sligo, el pueblo en el que ambos se crían. La relación entre Connell y Marianne comienza en su último año de instituto, a escondidas, como ocurre cuando los personajes que integran la pareja pertenecen a mundos diferentes. Este tópico, que Hollywood y la industria televisiva estadounidense ha explotado hasta la médula bajo la pátina ideológica del liberalismo, aludiendo a una supuesta franqueabilidad de las clases sociales por medio del amor,- «las fronteras iniciales de clase social se sustituyen por un orden basado en el mérito personal, un discurso que se halla en perfecta armonía con el dogma nacional del esfuerzo individual, profundamente enraizado en la cultura norteamericana», (Dole, 1998, 59) - siendo el amor en el cine adolescente el sustituto de ese mérito que, en el universo de los adultos, corresponde al esfuerzo económico y laboral.
Sin embargo, esta idea de la diferencia de clases se expone en Normal People no como reto romántico o como dificultad salvable, sino para explicar la verdadera - y dolorosa - cotidianidad de las reglas que rigen este mundo, y en qué forma nos afectan: sentimiento de inferioridad, ansiedad, inseguridad, y en última instancia, sufrimiento. O dicho de otra manera: cómo las dinámicas de poder, ya se materialicen a través del género o de la clase, afectan a nuestra forma de percibirnos y de situarnos en contexto con los demás, y, por tanto, condicionan nuestras relaciones. Pero más allá de su subtexto político, Normal People es una serie que representa de manera fiel problemas como la dificultad para comunicarte con el otro aun cuando tienes claro qué te gustaría decirle; un ataque de ansiedad; los complejos que sufren las mujeres como consecuencia de la opinión que otros ejercen, de manera constante, sobre sus cuerpos, o el sentimiento de nostalgia por el pasado, incluso cuando no estás seguro de que ese pasado haya sido el mejor.
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